viernes, 4 de mayo de 2012

EL ULTIMO BUEN PAPA


Juan Pablo II. El pequeño Lolek

papa.jpgSi hubiera que definir con una sola frase la figura de Juan Pablo II, habría que construir una, que desde luego contuviera la palabra FE . Karoll Wojtyla fue por encima de todo un hombre con una fe tan solida como contundente. Siempre he envidiado a personas como él, para los que la creencia es un fijo, y nunca se plantean la más mínima duda, mientras los demás mortales nos debatimos entre constantes vacilaciones.
Quizás esa fe, que tanto he envidiado, como antes decía, le viene dada por su experiencia de vida, de la que otros desde luego carecemos. Cuando Juan Pablo II fue designado Papa, ya traía tras de si, una enorme experiencia de los problemas mas duros que atañen al ser humano.
Había sufrido en carne propia y en la de su pueblo, las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, en su cara más devastadora y sucia al pertenecer a Polonia. Los nazis primero y luego el comunismo soviético dejaron, en este obrero manual de una pequeña fabrica, profesor de universidad, cura, poeta, actor y deportista – todo esto antes que Papa- una huella, que poco a poco, forjaría su carácter, incluso antes de comenzar su aventura clerical en 1946.
Toda su etapa papal ha estado marcada por la primera parte de su vida, su amor por la paz derivado del sufrimiento de su pueblo asolado por la guerra y sus posteriores consecuencias. Sus encíclicas como “Laborem exercens”, en la que se vé el reflejo preciso de su labor como capellán de obreros y universitarios, o “Fe y razón”, en la que queda patente, su labor como profesor universitario de Lublin y el desarrollo de su tesis sobre la ética de Max Scheler. 
Constantemente unido a la filosofía, la poesía y la universidad, ya siendo obispo incluso, continuo escribiendo libros, que seguramente muchos desconocen. Si, libros de filosofía como “Persona y acto”, otros dedicados al estudio del ser humano como “Amor y responsabilidad”.
Un hombre siempre seguro de si mismo, con esa enorme fe, que le hacia dar pasos de gigante en un mundo de enanos, como cuando en 1969 rompiendo todo el protocolo y las normas establecidas, siendo cardenal, decide visitar la Comunidad Judía de Cracovia, y dejando a todos los “purpurados” boquiabiertos, entra en la Sinagoga de Kazimierz como Pedro por su casa, y nunca mejor dicho lo de Pedro, aunque entonces el ni por asomo imaginaba cual iba a ser su futuro.

El Concilio Vaticano II le marcó de una manera definitiva, hasta tal punto que su nombre papal Juan Pablo, no fue una elección al azar o por capricho, sino que es la combinación de los nombres de los dos Papas del Concilio: Juan XXIII y Pablo VI. Esa enorme fé de la que hizo su mejor arma durante su pontificado le convirtió también en un protector, en un hombre fuerte, tanto, que la primera frase que pronunció, dirigiéndose al mundo, cuando se asomó por primera vez al Balcon de las Bendiciones de la la Piazza de San Pietro fue : “NO TENGAIS MIEDO”.

Quizás el refrán tenga razón, ya que dicen que la fe mueve montañas, porque a poco de ser designado Papa, algo empezó a moverse en otra dirección en la Santa Sede, ya que los grandes y poderosos de todo el mundo empezaron a viajar al Vaticano, y todos querían fotografiarse con este Papa, que además de ser un viajero incansable, confesaba personalmente en la Basílica de San Pietro, bautizaba niños en la Capilla Sextina, y también casaba, en su capilla privada de Castelgandolfo.

Se podría decir que todo iba a las mil maravillas, pero la vida, incluso la de los Papas es imprevisible, y el 13 de Mayo de 1981, Juan Pablo II fue objeto de un atentado a manos del turco Ali Agca, que si bien no logró matarle – el Papá siempre pensó que sobrevivió por un Milagro de la Virgen de Fátima – las secuelas dieron un cambio irreversible a su salud y a su fortaleza física, que el intentó desde el primer momento obviar, rezando incluso el Angelus desde el Gemelli a los cuatro días de el atentado, pero que a la larga truncarían muchas de las intenciones de este Papa, dejando muchas decisiones de la iglesia católica, sobre todo en el final de su papado, en manos de terceros. 
Obsesionado durante mucho tiempo con el Comunismo Soviético, no dudo en ningún momento en poner toda la fuerza que como cabeza del estado Vaticano tenía, al servicio de la caída de este régimen. Los viajes constantes a Polonia después de ser elegido Papa no fueron por mera nostalgia de su tierra, sino que detrás de cada uno de ellos había un mensaje, y por ejemplo, la aparición del sindicato Solidaridad fue fruto de el apoyo económico y espiritual del Vaticano, implicándose Juan Pablo II personalmente en esta tarea, buscando toda la influencia internacional posible, para que Solidaridad no fuera destruida por el Estado Comunista. De hecho fue tan determinante su presencia a través de Polonia en la desaparición del sistema comunista que incluso el propio Gorbachov afirmo públicamente que la intervención de Karoll Wojtyla fue esencial en la caída del Muro de Berlín en 1989.
Y si una de sus obsesiones fue la caída del Comunismo, otra también de sus ideas fijas fue la Paz. Creo, si no recuerdo mal, que Juan Pablo II, ha sido uno de los Papas, que durante todo su pontificado se ha opuesto a todas y cada una de las guerras que fueron surgiendo a lo largo de su historia. La Guerra del Golfo, la de Irak, el conflicto de la ex Yugueslavia, la guerra de Ruanda, Haiti, Yemen, Congo, Somalia, …,cada uno de estos conflictos han recibido la respuesta y la desaprobación de Juan Pablo II, bien a través de la Iglesia, o bien a través de foros internacionales, dejando claro el sentimiento antibelicista de este Papa, conminando a los ceses inmediatos de las hostilidades, y recordándonos que las guerras son matanzas de inocentes que no llevan a ninguna parte, y que constituyen uno de los pecados mas grandes contra Dios y contra los seres humanos.
Para entender la vida de Juan Pablo II hay que saber todas estas cosas y más que no puedo contar, porque sino este blog sería eterno, pero no se puede ni se debe juzgar ni sopesar la vida de la gente sin saber de donde viene y que es lo que han encontrado en su camino. Muchos seguramente no compartimos parte o en su totalidad la doctrina de la iglesia o el pontificado de Juan Pablo II, pero no compartir no significa, denostar o prejuzgar. Afortunadamente o desgraciadamente, cada uno somos esclavos de nuestras circunstancias, ya lo decía Ortega, que tampoco hay que quedarse calvo para llegar a esa conclusión, pero, por eso, como cada uno de nosotros estamos marcados por los acontecimientos que van surgiendo a nuestro paso, hay que enfocar la vida y la obra de cada quien con ese mismo rasero, y Juan Pablo II, aunque sea Papa, no es una excepción.
 Estoy convencida, que precisamente y desde esa fe inquebrantable que fue labrando a lo largo de su vida, hizo la mejor labor que pudo con lo que tenía entre manos, o con lo que habían puesto a su alcance. Otra cosa son las consecuencias, porque seguramente lo que no calculó Juan Pablo II, el pequeño Lolek como le llamaba su madre, es que después del Comunismo, llegaría la terrorífica sociedad de Consumo, que es la otra cara de la moneda, aunque eso si Dios quiere – y existe – será labor de otro Papa. Descanse en Paz. Son las tres y media de la madrugada. Llueve en Madrid y la temperatura exterior es de 14 grados.

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